Sentado en el bar del Duomo
La multitud, hechizada
por la extraña piedra blanca.
El piano suena,
mi ánimo se contrae
como piel de miel
que no cae de su lecho.
33 es la edad del arrepentimiento.
Miras atrás
y solo hay trincheras de combate.
¿Tanto dolor he causado?
Me ha llevado a pensar en el infierno.
¿Será rojo con fuego?
¿O un espacio donde no existe el silencio?
Entro a la iglesia,
toco el pie desnudo de María.
Dulce mujer divina,
perdóname,
sálvame,
oculta mi pecado
que llevo dentro.
Atardecer,
no llegues pronto,
que tengo miedo.
Deja vivir lo que estoy viviendo,
tanto sufrimiento,
desasosiego,
tristeza
que llevo adentro.